La recuerdo sentada en su mecedora de guano,siempre con una falda negra,de las que usaban las viejas pa ir a la iglesia,o negra con rayitas,o de bolitas,que caraj,en esta historia lo que menos importa es la falda!.Ella vivia donde el oceano se tragaba el pueblo,al final de mi calle,junto a la pescaderia,su patio
eran los muros de la playa.Se llamaba Rosa Pedrito,nunca supe su apellido verdadero,aunque por la chemba que tenia me atrevo a apostar que era Berroa,
pero quien sabe,en mi pueblo tu apodo era tu nombre verdadero.El palo de luz de su casa era el mas perentorio y necesario del poblado,porque bajo su verdosa y mercurea luz,todas las noches jugabamos el topao,un juego que si usted nunca lo a jugao ya e hora de que empieze.por supuesto que tambien estaba el palo e lu de Ciro Peralta,donde Moreno y Eddy hacian lo mejor que podian para asus-
tarnos a Gabo,Michael,Victor,Francis y a mi,diciendonos de la mujer que murio ahi en el callejon del seguro,justo detras de nosotros,o algun otrocuento macabro sobre el infame Doctorcito.
O que la mata aquella de donde Lolo solo emitia aquel enigmatico perfume cuan
do se iba a morir alguien,y quien sabe si hasta podia ser yo...a eso se añadia el
cuento de la mujer del brazo de oro,para empeorar las cosas,Geñito pasaba por ahi y nos contaba de un señor que vivia en una de las lomas del pueblo,y que nu
ca bajaba al pueblo y si te encontraba te mataba;por supuesto que siempre habia que mencionar al vaca de juan kair,en fin,que de historias de terror se trababa,Miches no se quedaba atras.
Pero a la hora de contar historias de terror ninguna mas bien discipulada en el
erizante arte que Doña Rosa.Despues del juego del topao,a eso ya de las diez de la noche,(no se podia ir antes porque la doña veia su novela)todos nos arremolinabamos a su puerta,nos sentabamos en la acera, en la calle,en las piedras,unos mas privilegiados y afamiliados como nini,cotroco,aladino y man
tenian la confianza de entrar y jalar sillas.Nada,que empezaba el espectaculo,dominando magistralmente las pausas,mirando fijamente el sector donde se sentia mas temblores para mirarnos a los ojos,bajando o subiendo la voz,a veces hablando en susurros initelegibles que obligaban a los que estaban
maa lejos a acercarse,Doña Rosa fraguaba sus historias espeluznantes y fantasticas,de como su hijo Maximino buceando una vez vio a un sireno sentado en un tronco bajo el mar,fuerte y pelo rubio,que de repente podia ser Neptuno,
o la fatidica trama de Pedro el Cruel,un hombre fantasma que,segun la narradora,incluso se paseaba por las noches por el patio de su casa,y ella misma escuchaba la estertorea voz aquella preguntar si las mujeres parian,y quien era yo,nubil e ineiniciado,para contradecir a aquella serena anciana,testigo presencial de una historia que dicurria bajo las alas de su misma mata de alamo? Si,muchas horas de mis noches transcurrieron bajo la lechada de estrellas que sereneaban mi pueblito escuchando a Doña Rosa,saliendo al final rumbo a casa,a escasas tres cuadras,casi agarrados de manos de Francis y Michael,teniendo la forzoza tarea de tener que pasar por donde Don Juan Kair y
su patio baldio,que nadie sabia porque,a las carreras,prometiendonos a noso-
tros mismos que mas nunca volveriamos a esa casa a escuchar a esa señora,
para estar de nuevo al otro dia,en primera fila,preguntando sobre el chapagato...
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